Hace más de doscientos años, los españoles se vieron obligados a luchar por su independencia y sus libertades. Napoleón, el emperador de los franceses, había introducido sus tropas en España para invadir Portugal. Pero poco después, arrebató la corona a
Fernando VII y vino a reinar a España su hermano, José I. Los españoles, decididos a defender la legitimidad de su rey, rechazaron someterse a los franceses. Comenzaba así, en 1808, la Guerra de la Independencia.
Tal era la fuerza del ejército francés, que muchos españoles acabaron refugiándose en la Isla de León y la ciudad de Cádiz, la única zona de toda la península que jamás llegaría a ser invadida. Allí, y ante la ausencia del rey Fernando, convocaron las Cortes del reino y proclamaron la Constitución de Cádiz de 1812, a la que conocemos en la actualidad como la Pepa.
Hoy, doscientos años después, celebramos el bicentenario de su nacimiento.
La Constitución española de 1812[1] , conocida popularmente como La Pepa, fue promulgada por las Cortes Generales de España, reunidas extraordinariamente en Cádiz, el 19 de marzo de 1812. Se le ha otorgado una gran importancia histórica por tratarse de la primera constitución promulgada en España , además de ser una de las más liberales de su tiempo. Respecto al origen de su sobrenombre, la Pepa, no está muy claro aún, pero parece que fue un recurso indirecto tras su derogación para referirse a ella, debido a que fue promulgada el día de San José.
Oficialmente estuvo en vigor sólo dos años, desde su promulgación hasta su derogación en Valencia, el 4 de mayo de 1814, tras el regreso a España de Fernando VII[3] .
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